
La semana próxima tenemos una cita imprescindible: los días 24, 25 y 26 de septiembre se celebra el Congreso Prevencionar 2025, uno de los mayores encuentros nacionales en materia de salud, seguridad y bienestar laboral.
Actualidad Nalanda
La Coordinación de Actividades Empresariales (CAE) se ha convertido en un aspecto fundamental en el ámbito de la construcción en España. En una obra coinciden múltiples empresas, trabajadores autónomos, contratistas y subcontratistas, cada uno con sus responsabilidades y riesgos asociados, es indispensable contar con un sistema de organización documental que permita garantizar la seguridad de todos los intervinientes, el cumplimiento normativo y la trazabilidad de las obligaciones.
El objetivo de esta guía es ofrecer una visión clara y práctica de los documentos que forman parte de la CAE en una obra de construcción. La documentación CAE no es un trámite burocrático, sino una herramienta que salva vidas y que, en caso de accidente, puede determinar la responsabilidad de cada agente implicado.
El sector de la construcción es uno de los más afectados por los accidentes laborales. La combinación de trabajos en altura, manipulación de cargas, uso de maquinaria pesada y exposición a riesgos eléctricos o químicos convierte a este sector en uno de los más peligrosos. Para mitigar estas situaciones, la normativa española exige la aplicación de la Coordinación de Actividades Empresariales.
La base legal de esta obligación se encuentra en el Real Decreto 1627/1997, de 24 de octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y de salud en las obras de construcción. Este real decreto introduce la figura del coordinador de seguridad y salud y establece que todas las empresas concurrentes en una obra deben cooperar entre sí y garantizar la seguridad de sus trabajadores.
Aplicar la CAE en la construcción no solo evita sanciones por parte de la Inspección de Trabajo, sino que también mejora la organización general de la obra, reduce tiempos muertos derivados de incidentes y fortalece la confianza entre promotor, contratista y subcontratistas.
La normativa española exige que las empresas que concurren en una obra aporten una serie de documentos básicos para acreditar que cumplen con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y con la reglamentación específica del sector. Estos documentos abarcan tanto a la empresa como a sus trabajadores, así como a la maquinaria y vehículos que se emplean en la obra.
Los principales bloques de documentación CAE en la construcción son:
Cada empresa que participe en una obra de construcción debe aportar una serie de documentos que acrediten su situación legal, fiscal y preventiva. Estos documentos suelen solicitarse antes de la entrada en obra y deben mantenerse actualizados.
Entre ellos destacan:
La póliza de seguro de responsabilidad civil y su justificante de pago.
La documentación CAE de la empresa permite verificar que la empresa cumple con la normativa básica y que dispone de cobertura suficiente para responder ante posibles responsabilidades derivadas de accidentes.
Los trabajadores que acceden a una obra deben presentar cierta documentación individualizada que demuestre su relación contractual y su capacitación para el puesto. Los imprescindibles son los siguientes:
La empresa tiene la obligación de recopilar y custodiar esta información, que puede ser requerida en cualquier momento por la inspección o por la coordinación de seguridad de la obra. Además, será obligatorio gestionar documentos que se refieran a la información médica, formación y EPIs de cada trabajador.
Uno de los pilares de la prevención en la construcción es garantizar que los trabajadores se encuentren en condiciones aptas para desempeñar sus funciones, la vigilancia de la salud es obligatoria.
Cada trabajador debe someterse a reconocimientos médicos periódicos, y la empresa debe aportar un certificado de aptitud laboral emitido por un servicio de prevención acreditado. Este documento no revela datos clínicos, sino que se limita a indicar si el trabajador es “apto”, “apto con restricciones” o “no apto” para su puesto.
Disponer de esta información en la obra permite tomar decisiones rápidas en caso de emergencias y asegura que no se asignen tareas de riesgo a personas con limitaciones físicas.
La formación es un aspecto crítico en la CAE de la construcción. El Real Decreto 39/1997 y los convenios colectivos del sector establecen la obligatoriedad de que los trabajadores reciban formación específica en prevención de riesgos laborales antes de incorporarse a una obra.
Esta formación debe ser adecuada al puesto y a las tareas que desempeñará el trabajador. Por ejemplo, no es lo mismo la formación exigida para un encofrador que para un operador de grúa torre. Además, la Fundación Laboral de la Construcción regula y certifica gran parte de estas acciones formativas.
Los certificados de formación de los trabajadores deben estar vigentes y deben presentarse en la obra como parte de la documentación CAE.
Los Equipos de Protección Individual (EPIs) son una línea de defensa imprescindible frente a los riesgos que no pueden eliminarse con medidas colectivas. En construcción, los más habituales son cascos, botas de seguridad, arneses, gafas, guantes y chalecos reflectantes.
La empresa debe entregar los EPIs de construcción adecuados a cada trabajador y acreditar documentalmente dicha entrega. Para ello se utiliza un registro firmado donde consta qué equipos se han entregado, en qué fecha y con qué instrucciones de uso.
Además, se debe garantizar que los EPIs cumplen con la normativa europea (marcado CE) y que se sustituyen cuando estén deteriorados.
El control documental de los EPIs forma parte de la CAE y suele ser revisado en inspecciones.
La maquinaria y los vehículos que se emplean en la construcción también forman parte de la documentación CAE. No basta con que la empresa esté en regla y los trabajadores tengan sus papeles en orden: las máquinas deben estar homologadas, mantenidas y registradas.
Los documentos habituales incluyen:
El control sobre la maquinaria es clave, ya que muchos accidentes graves en la construcción están relacionados con un uso indebido o un mal mantenimiento de los equipos.
Además de los documentos generales mencionados, en la construcción existen ciertos documentos CAE específicos que pueden ser requeridos dependiendo de la tipología de la obra.
Estos documentos reflejan la complejidad de la construcción y la necesidad de adaptar la CAE a cada proyecto concreto. Además, será también necesario en la mayoría de los casos disponer de los siguientes documentos.
En el marco normativo español, el Registro de Empresas Acreditadas en el sector de la construcción, conocido como REA, se ha convertido en un instrumento clave para ordenar y controlar la concurrencia empresarial en las obras. Su creación respondió a la necesidad de garantizar que las empresas que intervienen en trabajos de construcción cumplen con unas condiciones mínimas en materia de capacidad y organización preventiva.
Inscribirse en el REA no es una mera formalidad, sino una declaración de que la empresa está en condiciones de asumir con garantías la ejecución de tareas en obra.
El Plan de Seguridad y Salud constituye la piedra angular de la prevención en una obra. No es un documento estándar ni genérico, sino una adaptación específica del estudio de seguridad y salud que se elaboró durante la fase de proyecto.
Cada obra tiene sus particularidades, sus riesgos concretos y su secuencia de ejecución, por lo que el plan debe reflejar estas circunstancias y establecer medidas de control acordes. La normativa exige que este documento sea aprobado antes de comenzar los trabajos, y la figura del coordinador de seguridad y salud juega un papel central en dicha validación.
Otro de los documentos esenciales en la construcción es el Libro de Subcontratación. Se trata de un registro oficial en el que deben anotarse todas las empresas que participan en una obra, indicando el nivel de subcontratación, la relación contractual y los datos relevantes para su identificación.
La Ley de Subcontratación en el sector de la construcción estableció límites a la cadena de subcontratas para evitar la proliferación de empresas sin solvencia técnica ni económica que ponían en riesgo la seguridad de los trabajadores y la calidad de los proyectos. Gracias al libro, la dirección facultativa y la autoridad laboral pueden controlar quién trabaja realmente en la obra y en qué condiciones lo hace.
La apertura del centro de trabajo constituye otro trámite obligatorio que se materializa mediante la presentación de un documento oficial ante la autoridad laboral competente.
Este procedimiento permite informar a la administración de que se inicia una actividad de construcción en un emplazamiento concreto y ofrece datos relevantes sobre la duración prevista, el número de trabajadores implicados y las características de la obra. Con este acto administrativo se activa el control y la vigilancia por parte de la autoridad laboral, que puede programar visitas de inspección o campañas específicas de seguridad.
En determinadas circunstancias, la normativa obliga a las empresas a designar un recurso preventivo en la obra. Esta figura corresponde a un trabajador que debe vigilar el cumplimiento de las medidas de seguridad cuando se realizan actividades especialmente peligrosas o cuando así lo determina el plan de seguridad.
El recurso preventivo no es un simple observador, sino que debe tener capacidad para interrumpir los trabajos si detecta incumplimientos graves que pongan en riesgo la integridad de los operarios. Su designación debe quedar acreditada documentalmente y comunicarse a la coordinación de seguridad y salud.
El sector de la construcción presenta características que lo diferencian de otras actividades productivas. En primer lugar, se trata de un sector con una elevada rotación de trabajadores y empresas, lo que dificulta la continuidad de las medidas preventivas y exige una coordinación constante.
En segundo lugar, la obra es un entorno cambiante: las condiciones de seguridad pueden variar radicalmente en cuestión de días o incluso de horas, a medida que se avanza en la ejecución. Además, la diversidad de tareas y especialidades que concurren en un mismo espacio físico multiplica las interacciones y, con ellas, los riesgos de accidentes.
Estas particularidades explican por qué la normativa en construcción es especialmente exigente y por qué la documentación CAE cobra una relevancia tan notable en este ámbito. A diferencia de otros entornos de trabajo, más estables y controlados, en la construcción se requiere una flexibilidad normativa que permita adaptarse a cada situación sin perder de vista la seguridad.
Aunque a menudo se percibe como una carga administrativa, una correcta gestión documental y preventiva a través de la CAE aporta beneficios evidentes.
El primero y más importante es la reducción de la siniestralidad. Cuando todos los intervinientes cumplen con sus obligaciones, se minimizan los riesgos de accidentes graves. Pero los beneficios no se limitan a la seguridad, también se observa una mejora en la organización, ya que la documentación ordenada y transparente evita conflictos entre empresas y facilita la comunicación.
Otro beneficio es la reducción de sanciones y litigios, ya que una empresa que demuestra documentalmente su diligencia se protege frente a reclamaciones y responsabilidades subsidiarias. Incluso desde un punto de vista económico, una CAE eficaz supone un ahorro, puesto que cada accidente evita costes directos e indirectos que pueden comprometer la rentabilidad de un proyecto.
La formación en prevención de riesgos laborales es obligatoria en todos los sectores, pero en la construcción adquiere una especificidad especial. Los convenios colectivos han establecido módulos formativos concretos para cada oficio: albañiles, encofradores, ferrallistas, operadores de maquinaria o gruistas, entre otros. Esta formación no solo aborda los riesgos generales, como las caídas en altura o la manipulación de cargas, sino que se centra en los peligros particulares de cada tarea.
Además, las horas de formación y el contenido mínimo están regulados, lo que permite garantizar un estándar de conocimiento homogéneo en todo el sector.
Dentro de la vigilancia de la salud, en la construcción es habitual que se requieran reconocimientos médicos adaptados a los riesgos específicos. Los servicios de prevención realizan pruebas específicas como controles de visión, de equilibrio, de capacidad respiratoria o de fuerza física, dependiendo de la exposición del puesto.
Estos reconocimientos no solo determinan la aptitud del trabajador, sino que permiten detectar enfermedades profesionales en fases tempranas y adoptar medidas correctoras.
Los equipos de protección individual en construcción no se limitan al casco y las botas. Cada tarea requiere un EPI específico en función del riesgo asociado.
Quien trabaja en altura necesita un arnés anticaídas homologado, quien corta con radial precisa gafas y protectores auditivos, y quien manipula productos químicos debe contar con guantes y mascarillas filtrantes adecuados. Esta especificidad convierte la gestión de EPIs en un aspecto complejo dentro de la CAE, ya que no basta con entregar equipos estándar, sino que es necesario asegurarse de que cada trabajador dispone del equipo correcto para su actividad concreta.
A pesar de la importancia que tiene la documentación CAE en la construcción, no es raro que las empresas cometan errores que acaban generando retrasos, sanciones o, en el peor de los casos, responsabilidades legales tras un accidente. Identificar los fallos más habituales es el primer paso para corregirlos y evitar que se repitan.
Uno de los errores más comunes es trabajar con documentación caducada o sin renovar. Reconocimientos médicos vencidos, certificados de formación preventiva con más de cinco años de antigüedad, seguros de responsabilidad civil sin recibo actualizado o inspecciones técnicas de maquinaria fuera de plazo son situaciones que se detectan con frecuencia.
La desactualización no sólo invalida el documento a efectos legales, sino que compromete la seguridad real de la obra. Por ejemplo, un trabajador con un reconocimiento médico obsoleto podría no ser apto en la actualidad para su puesto y, sin embargo, estar expuesto a riesgos graves.
Mantener un sistema de control de fechas de caducidad y renovar la documentación a tiempo es esencial para que la CAE tenga valor efectivo.
Otro fallo habitual es aportar documentación incompleta o insuficiente. Muchas veces se presentan copias sin firma, planes de seguridad sin anexos específicos o listados de trabajadores que no incluyen a todo el personal presente en obra.
También es habitual que las empresas envíen documentos en formatos ilegibles o escaneos de baja calidad que dificultan la verificación. Esta carencia de información genera retrasos, porque la coordinación de seguridad no puede validar la entrada en obra de trabajadores o maquinaria hasta disponer de la documentación correcta.
La falta de exhaustividad denota, además, una deficiente cultura preventiva dentro de la empresa, que entiende la CAE como una carga burocrática en lugar de como un instrumento real de protección.
La descoordinación entre empresas concurrentes es otro problema frecuente en las obras. En un mismo espacio pueden coincidir decenas de subcontratas, cada una con sus trabajadores y maquinaria, y si no existe un sistema unificado de control documental, el caos está garantizado.
No es raro encontrar duplicidad de información, ausencia de comunicación sobre cambios de personal o incoherencias entre lo que declara la empresa y lo que realmente sucede en el terreno. Este desorden puede tener consecuencias serias: un trabajador sin formación o sin reconocimiento médico puede acceder a la obra porque nadie detectó a tiempo la falta de documentos.
La coordinación documental es responsabilidad tanto del contratista principal como de cada subcontrata, y requiere herramientas claras para centralizar y validar la información.
En los últimos años, el sector ha comenzado a dar un paso adelante hacia la digitalización de la CAE como respuesta a muchos de los problemas descritos. El uso de plataformas digitales como el software de Nalanda permite centralizar información, establecer alertas automáticas de caducidad y verificar en tiempo real la validez de los documentos. Nalanda ha transformado la gestión de subcontratistas de obras de construcción, ya que ahora es posible controlar de manera más eficiente qué empresas están acreditadas, qué trabajadores están habilitados para acceder y qué maquinaria cumple con los requisitos legales.
La precalificación de proveedores de construcción también se beneficia de estas herramientas digitales. Antes de iniciar un contrato, el promotor o contratista principal puede verificar mediante la plataforma que la empresa candidata cumple con la normativa de prevención, tiene sus seguros en vigor y dispone de personal formado. Esto evita contratar a proveedores que luego generen problemas documentales o que retrasen la obra por no estar al día en materia de seguridad.
La implantación de una plataforma CAE como la Nalanda permite que todas las empresas suban su documentación a un mismo entorno digital, donde se valida automáticamente según criterios preestablecidos. Además, facilita el acceso a la información desde cualquier dispositivo, lo que resulta clave para los responsables de seguridad que necesitan consultar datos de trabajadores o máquinas.
Si buscas un software de gestión CAE para trabajos de construcción, Nalanda te ofrece el entorno digital más completo, un espacio que puedes personalizar y adaptar a tu labor diaria.
La Coordinación de Actividades Empresariales (CAE) se ha convertido en un aspecto fundamental en el ámbito de la construcción en España. En una obra coinciden múltiples empresas, trabajadores autónomos, contratistas y subcontratistas, cada uno con sus responsabilidades y riesgos asociados, es indispensable contar con un sistema de organización documental que permita garantizar la seguridad de todos los intervinientes, el cumplimiento normativo y la trazabilidad de las obligaciones.
El objetivo de esta guía es ofrecer una visión clara y práctica de los documentos que forman parte de la CAE en una obra de construcción. La documentación CAE no es un trámite burocrático, sino una herramienta que salva vidas y que, en caso de accidente, puede determinar la responsabilidad de cada agente implicado.
El sector de la construcción es uno de los más afectados por los accidentes laborales. La combinación de trabajos en altura, manipulación de cargas, uso de maquinaria pesada y exposición a riesgos eléctricos o químicos convierte a este sector en uno de los más peligrosos. Para mitigar estas situaciones, la normativa española exige la aplicación de la Coordinación de Actividades Empresariales.
La base legal de esta obligación se encuentra en el Real Decreto 1627/1997, de 24 de octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y de salud en las obras de construcción. Este real decreto introduce la figura del coordinador de seguridad y salud y establece que todas las empresas concurrentes en una obra deben cooperar entre sí y garantizar la seguridad de sus trabajadores.
Aplicar la CAE en la construcción no solo evita sanciones por parte de la Inspección de Trabajo, sino que también mejora la organización general de la obra, reduce tiempos muertos derivados de incidentes y fortalece la confianza entre promotor, contratista y subcontratistas.
La normativa española exige que las empresas que concurren en una obra aporten una serie de documentos básicos para acreditar que cumplen con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y con la reglamentación específica del sector. Estos documentos abarcan tanto a la empresa como a sus trabajadores, así como a la maquinaria y vehículos que se emplean en la obra.
Los principales bloques de documentación CAE en la construcción son:
Cada empresa que participe en una obra de construcción debe aportar una serie de documentos que acrediten su situación legal, fiscal y preventiva. Estos documentos suelen solicitarse antes de la entrada en obra y deben mantenerse actualizados.
Entre ellos destacan:
La póliza de seguro de responsabilidad civil y su justificante de pago.
La documentación CAE de la empresa permite verificar que la empresa cumple con la normativa básica y que dispone de cobertura suficiente para responder ante posibles responsabilidades derivadas de accidentes.
Los trabajadores que acceden a una obra deben presentar cierta documentación individualizada que demuestre su relación contractual y su capacitación para el puesto. Los imprescindibles son los siguientes:
La empresa tiene la obligación de recopilar y custodiar esta información, que puede ser requerida en cualquier momento por la inspección o por la coordinación de seguridad de la obra. Además, será obligatorio gestionar documentos que se refieran a la información médica, formación y EPIs de cada trabajador.
Uno de los pilares de la prevención en la construcción es garantizar que los trabajadores se encuentren en condiciones aptas para desempeñar sus funciones, la vigilancia de la salud es obligatoria.
Cada trabajador debe someterse a reconocimientos médicos periódicos, y la empresa debe aportar un certificado de aptitud laboral emitido por un servicio de prevención acreditado. Este documento no revela datos clínicos, sino que se limita a indicar si el trabajador es “apto”, “apto con restricciones” o “no apto” para su puesto.
Disponer de esta información en la obra permite tomar decisiones rápidas en caso de emergencias y asegura que no se asignen tareas de riesgo a personas con limitaciones físicas.
La formación es un aspecto crítico en la CAE de la construcción. El Real Decreto 39/1997 y los convenios colectivos del sector establecen la obligatoriedad de que los trabajadores reciban formación específica en prevención de riesgos laborales antes de incorporarse a una obra.
Esta formación debe ser adecuada al puesto y a las tareas que desempeñará el trabajador. Por ejemplo, no es lo mismo la formación exigida para un encofrador que para un operador de grúa torre. Además, la Fundación Laboral de la Construcción regula y certifica gran parte de estas acciones formativas.
Los certificados de formación de los trabajadores deben estar vigentes y deben presentarse en la obra como parte de la documentación CAE.
Los Equipos de Protección Individual (EPIs) son una línea de defensa imprescindible frente a los riesgos que no pueden eliminarse con medidas colectivas. En construcción, los más habituales son cascos, botas de seguridad, arneses, gafas, guantes y chalecos reflectantes.
La empresa debe entregar los EPIs de construcción adecuados a cada trabajador y acreditar documentalmente dicha entrega. Para ello se utiliza un registro firmado donde consta qué equipos se han entregado, en qué fecha y con qué instrucciones de uso.
Además, se debe garantizar que los EPIs cumplen con la normativa europea (marcado CE) y que se sustituyen cuando estén deteriorados.
El control documental de los EPIs forma parte de la CAE y suele ser revisado en inspecciones.
La maquinaria y los vehículos que se emplean en la construcción también forman parte de la documentación CAE. No basta con que la empresa esté en regla y los trabajadores tengan sus papeles en orden: las máquinas deben estar homologadas, mantenidas y registradas.
Los documentos habituales incluyen:
El control sobre la maquinaria es clave, ya que muchos accidentes graves en la construcción están relacionados con un uso indebido o un mal mantenimiento de los equipos.
Además de los documentos generales mencionados, en la construcción existen ciertos documentos CAE específicos que pueden ser requeridos dependiendo de la tipología de la obra.
Estos documentos reflejan la complejidad de la construcción y la necesidad de adaptar la CAE a cada proyecto concreto. Además, será también necesario en la mayoría de los casos disponer de los siguientes documentos.
En el marco normativo español, el Registro de Empresas Acreditadas en el sector de la construcción, conocido como REA, se ha convertido en un instrumento clave para ordenar y controlar la concurrencia empresarial en las obras. Su creación respondió a la necesidad de garantizar que las empresas que intervienen en trabajos de construcción cumplen con unas condiciones mínimas en materia de capacidad y organización preventiva.
Inscribirse en el REA no es una mera formalidad, sino una declaración de que la empresa está en condiciones de asumir con garantías la ejecución de tareas en obra.
El Plan de Seguridad y Salud constituye la piedra angular de la prevención en una obra. No es un documento estándar ni genérico, sino una adaptación específica del estudio de seguridad y salud que se elaboró durante la fase de proyecto.
Cada obra tiene sus particularidades, sus riesgos concretos y su secuencia de ejecución, por lo que el plan debe reflejar estas circunstancias y establecer medidas de control acordes. La normativa exige que este documento sea aprobado antes de comenzar los trabajos, y la figura del coordinador de seguridad y salud juega un papel central en dicha validación.
Otro de los documentos esenciales en la construcción es el Libro de Subcontratación. Se trata de un registro oficial en el que deben anotarse todas las empresas que participan en una obra, indicando el nivel de subcontratación, la relación contractual y los datos relevantes para su identificación.
La Ley de Subcontratación en el sector de la construcción estableció límites a la cadena de subcontratas para evitar la proliferación de empresas sin solvencia técnica ni económica que ponían en riesgo la seguridad de los trabajadores y la calidad de los proyectos. Gracias al libro, la dirección facultativa y la autoridad laboral pueden controlar quién trabaja realmente en la obra y en qué condiciones lo hace.
La apertura del centro de trabajo constituye otro trámite obligatorio que se materializa mediante la presentación de un documento oficial ante la autoridad laboral competente.
Este procedimiento permite informar a la administración de que se inicia una actividad de construcción en un emplazamiento concreto y ofrece datos relevantes sobre la duración prevista, el número de trabajadores implicados y las características de la obra. Con este acto administrativo se activa el control y la vigilancia por parte de la autoridad laboral, que puede programar visitas de inspección o campañas específicas de seguridad.
En determinadas circunstancias, la normativa obliga a las empresas a designar un recurso preventivo en la obra. Esta figura corresponde a un trabajador que debe vigilar el cumplimiento de las medidas de seguridad cuando se realizan actividades especialmente peligrosas o cuando así lo determina el plan de seguridad.
El recurso preventivo no es un simple observador, sino que debe tener capacidad para interrumpir los trabajos si detecta incumplimientos graves que pongan en riesgo la integridad de los operarios. Su designación debe quedar acreditada documentalmente y comunicarse a la coordinación de seguridad y salud.
El sector de la construcción presenta características que lo diferencian de otras actividades productivas. En primer lugar, se trata de un sector con una elevada rotación de trabajadores y empresas, lo que dificulta la continuidad de las medidas preventivas y exige una coordinación constante.
En segundo lugar, la obra es un entorno cambiante: las condiciones de seguridad pueden variar radicalmente en cuestión de días o incluso de horas, a medida que se avanza en la ejecución. Además, la diversidad de tareas y especialidades que concurren en un mismo espacio físico multiplica las interacciones y, con ellas, los riesgos de accidentes.
Estas particularidades explican por qué la normativa en construcción es especialmente exigente y por qué la documentación CAE cobra una relevancia tan notable en este ámbito. A diferencia de otros entornos de trabajo, más estables y controlados, en la construcción se requiere una flexibilidad normativa que permita adaptarse a cada situación sin perder de vista la seguridad.
Aunque a menudo se percibe como una carga administrativa, una correcta gestión documental y preventiva a través de la CAE aporta beneficios evidentes.
El primero y más importante es la reducción de la siniestralidad. Cuando todos los intervinientes cumplen con sus obligaciones, se minimizan los riesgos de accidentes graves. Pero los beneficios no se limitan a la seguridad, también se observa una mejora en la organización, ya que la documentación ordenada y transparente evita conflictos entre empresas y facilita la comunicación.
Otro beneficio es la reducción de sanciones y litigios, ya que una empresa que demuestra documentalmente su diligencia se protege frente a reclamaciones y responsabilidades subsidiarias. Incluso desde un punto de vista económico, una CAE eficaz supone un ahorro, puesto que cada accidente evita costes directos e indirectos que pueden comprometer la rentabilidad de un proyecto.
La formación en prevención de riesgos laborales es obligatoria en todos los sectores, pero en la construcción adquiere una especificidad especial. Los convenios colectivos han establecido módulos formativos concretos para cada oficio: albañiles, encofradores, ferrallistas, operadores de maquinaria o gruistas, entre otros. Esta formación no solo aborda los riesgos generales, como las caídas en altura o la manipulación de cargas, sino que se centra en los peligros particulares de cada tarea.
Además, las horas de formación y el contenido mínimo están regulados, lo que permite garantizar un estándar de conocimiento homogéneo en todo el sector.
Dentro de la vigilancia de la salud, en la construcción es habitual que se requieran reconocimientos médicos adaptados a los riesgos específicos. Los servicios de prevención realizan pruebas específicas como controles de visión, de equilibrio, de capacidad respiratoria o de fuerza física, dependiendo de la exposición del puesto.
Estos reconocimientos no solo determinan la aptitud del trabajador, sino que permiten detectar enfermedades profesionales en fases tempranas y adoptar medidas correctoras.
Los equipos de protección individual en construcción no se limitan al casco y las botas. Cada tarea requiere un EPI específico en función del riesgo asociado.
Quien trabaja en altura necesita un arnés anticaídas homologado, quien corta con radial precisa gafas y protectores auditivos, y quien manipula productos químicos debe contar con guantes y mascarillas filtrantes adecuados. Esta especificidad convierte la gestión de EPIs en un aspecto complejo dentro de la CAE, ya que no basta con entregar equipos estándar, sino que es necesario asegurarse de que cada trabajador dispone del equipo correcto para su actividad concreta.
A pesar de la importancia que tiene la documentación CAE en la construcción, no es raro que las empresas cometan errores que acaban generando retrasos, sanciones o, en el peor de los casos, responsabilidades legales tras un accidente. Identificar los fallos más habituales es el primer paso para corregirlos y evitar que se repitan.
Uno de los errores más comunes es trabajar con documentación caducada o sin renovar. Reconocimientos médicos vencidos, certificados de formación preventiva con más de cinco años de antigüedad, seguros de responsabilidad civil sin recibo actualizado o inspecciones técnicas de maquinaria fuera de plazo son situaciones que se detectan con frecuencia.
La desactualización no sólo invalida el documento a efectos legales, sino que compromete la seguridad real de la obra. Por ejemplo, un trabajador con un reconocimiento médico obsoleto podría no ser apto en la actualidad para su puesto y, sin embargo, estar expuesto a riesgos graves.
Mantener un sistema de control de fechas de caducidad y renovar la documentación a tiempo es esencial para que la CAE tenga valor efectivo.
Otro fallo habitual es aportar documentación incompleta o insuficiente. Muchas veces se presentan copias sin firma, planes de seguridad sin anexos específicos o listados de trabajadores que no incluyen a todo el personal presente en obra.
También es habitual que las empresas envíen documentos en formatos ilegibles o escaneos de baja calidad que dificultan la verificación. Esta carencia de información genera retrasos, porque la coordinación de seguridad no puede validar la entrada en obra de trabajadores o maquinaria hasta disponer de la documentación correcta.
La falta de exhaustividad denota, además, una deficiente cultura preventiva dentro de la empresa, que entiende la CAE como una carga burocrática en lugar de como un instrumento real de protección.
La descoordinación entre empresas concurrentes es otro problema frecuente en las obras. En un mismo espacio pueden coincidir decenas de subcontratas, cada una con sus trabajadores y maquinaria, y si no existe un sistema unificado de control documental, el caos está garantizado.
No es raro encontrar duplicidad de información, ausencia de comunicación sobre cambios de personal o incoherencias entre lo que declara la empresa y lo que realmente sucede en el terreno. Este desorden puede tener consecuencias serias: un trabajador sin formación o sin reconocimiento médico puede acceder a la obra porque nadie detectó a tiempo la falta de documentos.
La coordinación documental es responsabilidad tanto del contratista principal como de cada subcontrata, y requiere herramientas claras para centralizar y validar la información.
En los últimos años, el sector ha comenzado a dar un paso adelante hacia la digitalización de la CAE como respuesta a muchos de los problemas descritos. El uso de plataformas digitales como el software de Nalanda permite centralizar información, establecer alertas automáticas de caducidad y verificar en tiempo real la validez de los documentos. Nalanda ha transformado la gestión de subcontratistas de obras de construcción, ya que ahora es posible controlar de manera más eficiente qué empresas están acreditadas, qué trabajadores están habilitados para acceder y qué maquinaria cumple con los requisitos legales.
La precalificación de proveedores de construcción también se beneficia de estas herramientas digitales. Antes de iniciar un contrato, el promotor o contratista principal puede verificar mediante la plataforma que la empresa candidata cumple con la normativa de prevención, tiene sus seguros en vigor y dispone de personal formado. Esto evita contratar a proveedores que luego generen problemas documentales o que retrasen la obra por no estar al día en materia de seguridad.
La implantación de una plataforma CAE como la Nalanda permite que todas las empresas suban su documentación a un mismo entorno digital, donde se valida automáticamente según criterios preestablecidos. Además, facilita el acceso a la información desde cualquier dispositivo, lo que resulta clave para los responsables de seguridad que necesitan consultar datos de trabajadores o máquinas.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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