Actualidad Nalanda
Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus. Esta frase, que daba título a un conocido libro de John Gray, subraya una serie de diferencias en cuanto a actitudes, habilidades, y formas de actuar en cada género, que enriquecen la combinación de ambos pero los hace muy distintos en muchas facetas. Y una de estas diferencias es su salud laboral, tanto en referencia a los riesgos como a la siniestralidad.
Durante décadas, historiadores y científicos se han puesto de acuerdo en concluir que la división del trabajo fue la norma en la organización de las primeras sociedades humanas: los hombres tenían como misión encargarse de la caza, mientras que las tareas de las mujeres eran, principalmente, el cuidado del hogar y la crianza de los menores.
Afortunadamente, la sociedad ha ido evolucionando y los cambios tan acelerados que han generado la economía y la producción de bienes y servicios en el último cuarto de siglo, así como la globalización de los mercados, han revolucionado el mundo laboral, facilitando la incorporación de la mujer al mundo del trabajo.
Pese a que los habitantes de ambos “planetas” empiezan a acercarse en cuanto a derechos y accesibilidad a puestos antes inimaginables para las mujeres, la brecha social entre marcianos y venusianas sigue siendo un hecho.
En algunos sectores y actividades económicas, hombres y mujeres suelen ocupar todavía distintos puestos de trabajo en el mercado laboral. A esta situación se le denomina segregación ocupacional entre géneros.
Por ejemplo; en lo que se refiere a la realización de funciones que no son de oficina y que tienen mayores riesgos laborales, actualmente la ocupación más habitual entre las mujeres está en los sectores de restauración y hostelería, en los servicios personales, en educación y en actividades comerciales.
En cuanto a los hombres, además de en ese tipo de ocupaciones, una gran parte trabaja en la construcción, en producción industrial, en los transportes públicos o en servicios de reparación y mantenimiento, actividades en las que en la actualidad hay menos mujeres trabajando, aunque en sociedades más avanzadas, como las nórdicas, estas profesiones tienen una mayor proporción de mujeres.
Esta diferencia en los tipos de trabajo entre ambos géneros hace que la siniestralidad laboral sea diferente para ellos y ellas. Al analizar la siniestralidad y la salud laboral desde una perspectiva de género es interesante conocer las cifras globales: el 67% de los accidentes laborales los sufrieron los hombres, frente a un 33% de las mujeres.
Teniendo en cuenta que las mujeres representan aproximadamente el 45% de los afiliados de la Seguridad Social, vemos que su tasa de siniestralidad laboral es sensiblemente inferior a la de los varones. Pero, ¿esto es debido solo a que los tipos de trabajo que realizan son diferentes?
Según los expertos existen otros factores. Las mujeres tienen una salud y unos riesgos distintos por dos razones:
Los trabajos denominados “feminizados” por estar ocupados más por mujeres que por hombres tienen dos tipos de factores de riesgo: ergonómicos y psicosociales. En lo ergonómico, por ejemplo, la adecuación de los puestos de trabajo está basada en las características del “hombre medio”, lo que hace que en muchos casos esos puestos no estén bien diseñados para la ergonomía femenina.
Según una encuesta del Instituto de Biomecánica (IBV), solo el 36% de los puestos de trabajo están diseñados ergonómicamente con perspectiva de género.
Así pues, ya hemos visto que las diferencias de género influyen en la incidencia de accidentes, enfermedades y patologías relacionadas con el trabajo, siendo éstas las más relevantes: los hombres sufren más accidentes y lesiones en el trabajo que las mujeres y estas padecen más enfermedades.
Estas son algunas de las conclusiones que arrojan las estadísticas de enfermedades profesionales y accidentes laborales según el género:
En resumen, los habitantes de Marte y los de Venus están expuestos de forma diferente a los riesgos laborales, no solo por los trabajos que desempeñan sino también por sus propias características fisiológicas.
Por ello es importante que en las empresas e instituciones a la hora de evaluar este tipo de riesgos se tengan en cuenta todos los factores sociales desde una perspectiva de género y se adopten las medidas oportunas en vigilancia de la salud e investigación de daños.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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